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SINODO: CAMINAR JUNTOS

El domingo 19 de octubre con la beatificación del Papa Pablo VI, se dará fin a la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, que inició el domingo 5 de este mes con el fin de reflexionar sobre “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la Evangelización”.
Cuando el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, anunció en octubre de 2013 la convocatoria del Papa Francisco al Sínodo, señaló que “es justo que la Iglesia se mueva comunitariamente en la reflexión y en la oración, y que adopte las orientaciones pastorales comunes sobre los puntos más importantes como la pastoral de la familia- bajo la guía del Papa y de los Obispos”.
Ya a lo largo de estos días hemos sido testigos de cómo se viene desarrollando el Sínodo y de lo que se ha ido conversando, de la misma manera los participantes han estado declarando a los diferentes medios de comunicación sus impresiones, pero a nosotros, no sólo nos toca seguir lo que se ha dicho y lo que se dirá, que como Iglesia debemos guardar especial interés y estar atentos a las reflexiones, sino también nos toca no limitar nuestra oración.
Porque es a través de la oración que estamos participando activamente del Sínodo, y hacemos eco al significado de la palabra en un “caminar juntos”, por eso no podemos bajar la guardia y debemos con más fuerza estar unidos espiritualmente a todos los que participan de este.
En varias oportunidades el Santo Padre y los Obispos nos recuerdan continuamente rezar, ya sea con la oración que el Papa Francisco preparó el año pasado en la Fiesta de la Sagrada Familia, o también ofrecer diversas oraciones, Misas, Celebraciones litúrgicas, Santos Rosarios, entre otros por los padres sinodales para que sean dóciles al Espíritu Santo.
En la Vigilia de Oración que presidió el Pontífice un día previo al inicio del Sínodo, pidió que “pueda soplar el viento de Pentecostés sobre los trabajos sinodales, sobre la Iglesia, sobre la humanidad entera. Desate los nudos que impiden a las personas encontrarse, sane las heridas que sangran, reavive la esperanza. Nos conceda aquella caridad creativa que permite amar como Jesús amó”.
Pidamos pues al Espíritu Santo por ellos para que puedan escuchar al Señor y “respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama”, como indicó el Papa.
Hagamos vigente cada día las palabras que el Santo Padre escribió a todas las familias del mundo el dos de febrero pasado con ocasión de este Sínodo, “el apoyo de la oración es necesario e importante especialmente de parte de ustedes, queridas familias”, repitiendo nuevamente más adelante que “oremos todos juntos para que, mediante estas iniciativas, la Iglesia realice un auténtico camino de discernimiento y adopte los medios pastorales adecuados para ayudar a las familias a afrontar los retos actuales con la luz y la fuerza que vienen del Evangelio”.
Conocemos todos muy bien que la oración es hablar con Dios, con nuestro Padre, es el diálogo directo con el Amor quien no deja de escucharnos, Él está atento a cada palabra, “Me invocarán, y yo les escucharé” (Jer 29,12).
San Juan Pablo II decía que “la oración es, ante todo, un acto de inteligencia, un sentimiento de humildad y reconocimiento, una actitud de confianza y de abandono en Aquel que nos ha dado la vida por amor. La oración es un diálogo misterioso, pero real, con Dios, un diálogo de confianza y amor”.
Sabemos bien lo bello que es orar y que Dios nos escucha, por eso no podemos dejar de lado nuestras peticiones por el Sínodo.
A través de estas breves líneas quería invitarlos a no hacer caso omiso a tantas invitaciones de oración que nos hacen nuestros pastores, pidamos a Nuestra Madre Santísima, quien es Hija Predilecta del Padre, Madre admirable del Hijo y Esposa fidelísima del Espíritu Santo, que guíe nuestra oración y que nos ayude a ofrecer alguna mortificación por el Sínodo, así caminar juntos como un solo cuerpo que somos con Cristo a la cabeza.

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