Si usted pudiera estar a principios de la primavera en los Alpes suizos, vería uno de los espectáculos más fascinantes que ocurren en este nuestro planeta tierra: Cientos de hermosos grupos de flores azules que parecen haber sido sembradas sobre una gruesa capa de hielo transparente. El secreto es la lunaria, una extraordinaria planta. ¿Le ha sido fácil a esta planta florecer en un ambiente aparentemente tan inhóspito?
En realidad la lunaria azul es una planta “que acepta el reto” y por ello taladra el hielo sólido varias pulgadas, para florecer a principios de la primavera. Pertenece a la familia de la bellorita. Y en otoño desarrolla unas hojas gruesas y coriáceas. Se extiende pegada a la tierra, esperando la sábana de hielo y nieve que la cubrirá hasta por varios pies. Cuando está por llegar la primavera el sol empieza a derretir la nieve y la mayor parte del hielo. El agua entonces desciende hasta las raíces y despierta a la vida a la planta adormecida. Los expertos nos dicen que la combustión interna asegura la permanencia de los tejidos florales y el sutil calor resultante funde el hielo alrededor de los capullos que se yerguen mientras el tallo se abre paso camino hacia arriba. En esta forma, fluye más agua a las raíces y así la planta hace un verdadero túnel que es un pasadizo hacia el aire y el sol.
Una vez en la superficie pasa lo usual, las abejas hacen su labor fecundadora, y así surgen lo que los simpáticos guías suizos enseñan a los grupos de asombrados turistas: “miles de hermosos grupos de flores azules que parecen haber sido sembrados sobre una gruesa capa de hielo”. En realidad son el resultado del esfuerzo de la “Lunaria de los Alpes”, esa extraordinaria planta que literalmente taladra el hielo para florecer en su superficie. Creo que es un ejemplo maravilloso de adaptación a ambientes hostiles.
Cuando veo a tanta gente quejándose del ambiente en que le toca desenvolverse, pienso en los ejemplos que nos da la naturaleza, creando vida y belleza aún en un lugar que consideramos tan inadecuado para producir flores, como el hielo.
LO NEGATIVO: Quejarnos siempre del ambiente en que la vida nos colocó. Sentirnos víctimas de ello.
LO POSITIVO: Actuar para mejorar ese ambiente y hacer de él un mejor lugar para florecer y vivir.
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